¿Cuidadora de monos?
Quiero contarte una historia.
Bueno, en realidad no es una historia.
Es LA historia de cómo ayudé a Rox, un pequeño mono vervet de 3 meses.
Ocurrió hace ya algún tiempo (en mis días como cuidadora de primates), cuando trabajaba en la Fundación Vervet Monkey en Sudáfrica.
Veréis…
Era un día caluroso y sudoroso cuando recibimos una llamada. Una mujer encontró a un bebé vervet herido junto a la carretera.
Un coche grande les había atropellado a él y a su madre. En vez de mirar si estaban bien, los dejaron allí.
Cuando la mujer los encontró, la madre ya estaba muerta.
Milagrosamente, Rox seguía vivo y abrazaba a su madre con fuerza.
Estaba aterrorizado y gravemente herido. Tenía las dos piernas rotas y estaba en estado de shock.
No sabíamos si sobreviviría el viaje al veterinario.
Tras una dura operación que duró horas, pudimos llevarlo a su nuevo hogar: Vervet Monkey Foundation.
Por fin estaba en un lugar seguro, donde nadie podría volver a hacerle daño.
Pero…
Todavía no estaba fuera de peligro.
Los primeros días fueron cruciales para su recuperación. Necesitaba beber leche y descansar.
Y después de unas horas con él, pude ver que algo andaba mal.
No era un mono feliz.
No podía trepar ni moverse como los bebés normales. Una de sus patas tenía un clavo y la otra estaba escayolada. Así que moverse no era fácil (por no decir imposible).
Y para hacerlo más difícil, se negaba a tomar leche del biberón.
¡Esto era crucial para su recuperación!
Necesitaba fuerzas y aprender a beber por sí mismo para poder conocer a su madre de acogida.
Como en la mayoría de las especies, tener una mamá es vital para tu supervivencia. No sólo porque te protegen de los depredadores y el peligro, sino también porque los bebés aprenden de sus madres los comportamientos sociales más importantes.
Para los monos vervet no es diferente.
Pasan su primer año en estrecho contacto con su madre. Los bebés se agarran a la barriga o la espalda de su madre, aprenden a comportarse y a no meterse en líos.
Pasé muchos días con él en la cabaña de cuarentena, o como la llamamos en el VMF, el País de Nunca Jamás.
Días y noches.
Noches y días.
Pero no quería nuestro consuelo y la mayor parte del tiempo estaba sentado solo en un rincón. Era mucho más independiente que las otras crías de mono, pero claro, también era un poco más mayor, estaba traumatizado y no entendía a los humanos.
Habían matado a su mamá y ahora estaba solo.
Tras unos días de adaptación, por suerte comía bien alimentos sólidos. Los plátanos y las manzanas eran sus favoritos.
Se moría por un trozo de plátano.
Pero eso no era suficiente, necesitaba más para poder salir del bache.
Habíamos intentado añadir diferentes cosas a su leche para que le resultara más sabrosa, pero nada parecía funcionar.
Recuerdo cuando uno de mis colegas dijo: «Rox realmente no parece feliz, y tratar de darle leche es misión imposible… Sólo bebe unos ml cada hora. Si sigue negándose a beber, tendríamos que inyectarle líquidos SC para mantenerlo hidratado. Y aún así no es una solución porque necesita beber de forma independiente para poder conocer a su madre de acogida».
Todos estábamos muy preocupados por él.
Así que me arremangué (en sentido figurado, porque con este calor sólo se lleva camiseta) y empecé a probar diferentes batidos, mezclas y sopas, como una bruja que prepara una nueva poción.
Frustrada, después de probar todas las mezclas complicadas, probé una última cosa.
Algo muy sencillo.
Tan simple que en realidad no pensé que funcionaría.
Pero… ¡Sorpresa!
Cuando se lo di, su cara cambió. Se acercó y empezó a beber, pero no sólo unos sorbos.
No.
¡Se lo bebió todo en unos segundos!
LA. BOTELLA. ENTERA.
Y después de eso, todo cambió.
Cambió tanto, que ninguno de sus cuidadores pensó que fuera posible.
¿Sientes curiosidad por el batido milagroso que le di a Rox? ¿Quieres conocer el final de esta historia?
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